Ciudad del Vaticano – Los cardenales católicos fijaron para el 7 de mayo el inicio del cónclave en el que elegirán al nuevo líder de la Iglesia Católica, tras la muerte del Papa Francisco. La decisión, tomada después de varias reuniones preliminares en el Vaticano, busca dar a los cardenales más tiempo para conocerse y construir consensos antes de quedar recluidos en la Capilla Sixtina, como marca la tradición.
El ambiente previo ha estado marcado por la tensión y la incertidumbre. Periodistas de todo el mundo se agolparon en la Plaza de San Pedro, buscando obtener declaraciones de los purpurados, mientras surgían cuestionamientos sobre la posible participación en la votación de figuras polémicas como el cardenal Angelo Becciu, condenado en 2023 por delitos financieros en el tribunal penal vaticano. Aunque Becciu ha asistido a las reuniones, su derecho a votar sigue en revisión.
Entre los temas centrales del próximo cónclave destacan el futuro rumbo de la Iglesia y el perfil que debe tener el nuevo Papa. Mientras algunos cardenales abogan por mantener la línea pastoral impulsada por Francisco, enfocada en la justicia social y el acompañamiento a minorías, otros sectores más conservadores buscan volver a enfatizar las doctrinas tradicionales defendidas por pontífices anteriores como San Juan Pablo II y Benedicto XVI.
El Colegio Cardenalicio que votará está compuesto por 135 cardenales, de los cuales 108 fueron nombrados durante el pontificado de Francisco. La diversidad de procedencias (con representantes de África, Asia, América Latina y Europa), agrega complejidad al proceso, especialmente dado que muchos de los participantes apenas se conocen entre sí. Se estima que la elección podría resolverse en un plazo de dos a tres días, según la confianza expresada por varios cardenales.
En medio de especulaciones sobre los posibles candidatos, nombres como el del cardenal italiano Matteo Zuppi han resonado, mientras las voces africanas, asiáticas y latinoamericanas buscan también hacerse sentir en la elección. Con todo en juego, el cónclave promete ser una cita histórica en la que se definirá no solo el futuro del Vaticano, sino también el papel de la Iglesia en un mundo en constante cambio.
Antes de que inicie la elección, los cardenales celebrarán una Misa especial denominada Pro Eligendo Papa en la Basílica de San Pedro. Posteriormente, en solemne procesión, los electores se trasladarán a la Capilla Sixtina, donde prestarán juramento de mantener el secreto absoluto sobre todo lo relacionado con el cónclave y se comprometerán a actuar guiados únicamente por el bien de la Iglesia. Una vez pronunciado el extra omnes —la orden de desalojo para quienes no participarán en la votación—, los cardenales escucharán una última meditación espiritual antes de comenzar las deliberaciones.
El cónclave permanecerá cerrado al mundo exterior hasta que se elija al nuevo Pontífice. Para ser electo, un candidato debe obtener una mayoría de dos tercios de los votos. Se realizarán hasta cuatro votaciones diarias y, tras cada ronda, se quemarán las papeletas, emitiendo humo negro si no hay decisión o humo blanco si un nuevo Papa ha sido elegido. De prolongarse la indecisión por tres días, los cardenales podrán tomarse una jornada de oración y reflexión para buscar un consenso que permita la elección.
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