
Esta nota fue actualizada el 3 de noviembre del 2025 a las 11:40 AM.
Una tradición viva que conecta generaciones
El espíritu del Día de Muertos volvió a llenar de color y significado la Biblioteca de Lynnwood el pasado 1 de noviembre, durante una jornada que reunió a familias, artistas y miembros de la comunidad entre las 11:30 a.m. y las 4:00 p.m.
Organizada por la Fundación WAGRO en colaboración con The Fat Brush, la celebración se ha consolidado como una de las expresiones culturales más representativas de la comunidad latina en el condado Snohomish.
El evento inició con una ceremonia de apertura conducida por Mary Gomez Camba y el niño Erik González Castañeda. Ellos dieron la bienvenida a los asistentes antes de la presentación de danza azteca Yolihuani, una bendición tradicional que marcó el inicio espiritual del encuentro. Latino Herald reportó inicialmente que al rededor de 200 personas que asistieron pudieron disfrutar del Altar Comunitario, donde había fotografías y recuerdos de sus seres queridos que sirvieron para honrar su memoria.
Sin embargo, en una actualización proporcionada por la Biblioteca de Lynnwood el lunes 3 de noviembre, se reportó un total de 1,869 personas que ingresaron al recinto. Por su parte, WAGRO registró 232 familias, lo que equivale a 402 asistentes, aunque aclararon que muchos visitantes no alcanzaron a registrarse.
Durante la jornada también se realizó un concurso infantil de Catrinas y Catrines, una actividad que combinó creatividad y tradición entre las familias. En seguida, se ofreció un almuerzo comunitario donde se compartieron tamales, café y pan de muerto.
“La memoria no pertenece al pasado, sino al presente”
En un mensaje compartido con Latino Herald, Julieta Altamirano-Crosby, fundadora de WAGRO, destacó la profunda conexión entre la tradición y la identidad cultural:
“Cada año, el Día de Muertos es un momento para regresar a casa —no en distancia, sino en espíritu. Es una oportunidad para honrar a mis ancestros, recordar a mis abuelos y bisabuelos, y agradecerles por la fortaleza, la sabiduría y el amor que continúan guiando mi camino.”

Altamirano-Crosby recordó que la primera celebración nació hace 13 años en la escuela de su hija:
“No quería que perdiera su identidad ni olvidara sus raíces. A través de ella, quise que las historias de nuestra familia y las voces de quienes vinieron antes de nosotros perduraran en el tiempo.”
Voces que unen culturas
Durante su intervención, Mary Gomez Camba compartió una reflexión sobre el poder de la memoria y la identidad en las comunidades migrantes.
Recordó su infancia traduciendo para sus padres, una experiencia que, según explicó, representa una parte esencial de la vida de muchos inmigrantes.
“Me recuerda a cuando yo era niña, traduciendo para mi mamá, para mis padres, para mi familia. Es algo muy característico de nuestra cultura o de cualquier cultura inmigrante, donde tenemos que aprender no solo nuestras tradiciones, sino también cómo traducirlas y vivir en este otro mundo”, expresó.
Gomez Camba invitó también a los asistentes de habla inglesa a participar y compartir sus experiencias con esta tradición mexicana:
“Esta es una invitación para nuestra comunidad angloparlante. Si el Día de Muertos es algo nuevo para ustedes y les ha permitido sentir una conexión con sus seres queridos que han partido, este es el momento para compartirlo. Cuando compartimos nuestras historias, nos volvemos amigos. Nos convertimos verdaderamente en una comunidad, porque aprendemos a reconocernos en los relatos que contamos.”
Arte, conocimiento y comunidad
La celebración continuó con una presentación musical a cargo de la Orquesta Northwest, dirigida por Paula Madrigal, que deleitó al público con piezas que fusionaron arte y emoción.

Los asistentes participaron en una serie de talleres y charlas culturales: entre ellos, un taller de flores de papel con Estela Carrera, una ponencia sobre identidad y resiliencia comunitaria presentada por la Dra. Nadiosly de la Caridad de la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo. Esto seguido de una conversación sobre memoria y multiculturalidad con Óscar Rodríguez García, director del Aula Instituto Cervantes de Seattle.
El programa también incluyó un taller de arte reciclado dirigido por la artista María Casey, donde los participantes elaboraron calaveras decorativas con materiales reutilizados, y actividades para niños como pintacaritas con Lupis Guitrón.
La jornada concluyó con rifas y premios donados por Dave & Buster’s, el restaurante Fogo de Chao y el Zoológico Woodland Park, entre otros.

Reflexión desde la comunidad
Entre los asistentes también se encontraba Bryce Owings, quien actualmente compite por la posición 3 en el Concejo Municipal de Lynnwood, cargo que ocupa actualmente Josh Binda.
En conversación con Mario Lotmore del Lynnwood Times, Owings compartió una reflexión personal inspirada por la ceremonia y el significado del Día de Muertos.
Recordó a su abuelo, John Carl Owings, cuyo nombre lleva como segundo nombre, y a su abuela Maxine Owings, quien falleció a inicios de este año.
“Mi abuelo murió una semana antes de que yo naciera, así que nunca tuve la oportunidad de conocerlo. Pero siempre crecí escuchando historias sobre lo buen hombre y líder que era, y siento que sigo sus pasos”, expresó. “También pienso en mi abuela Maxine, cuyo nombre lleva mi hijo recién nacido, Maxwell, en su honor.”
Owings también mencionó a su suegra, a quien su esposa recuerda cada año con una fotografía y una vela, una tradición que —según dijo— lo hizo reflexionar sobre la universalidad del recuerdo y el valor de los lazos familiares.
“Creo que este evento tiene una gran convocatoria y sería maravilloso que Lynnwood pudiera ofrecer un espacio aún más grande para celebrarlo. Es importante cultivar las culturas y brindarles un lugar donde puedan compartir sus tradiciones. Me gustaría ver más de esto en nuestra ciudad”, comentó.
Un puente entre mundos y generaciones
El evento reflejó la esencia del Día de Muertos como un puente entre los vivos y quienes nos precedieron, donde el arte, la fe y la memoria se entrelazan para mantener viva la herencia cultural.

“Nuestra cultura, nuestros valores y nuestra fe perduran gracias al amor de las personas que trazaron el camino que hoy seguimos. Porque, como dice la sabiduría popular: ‘La gente muere cuando es olvidada’. Y mientras sigamos recordando, nuestros seres queridos vivirán por siempre en nosotros”, concluyó Altamirano-Crosby.

Raíces de una tradición que trasciende el tiempo
El Día de Muertos tiene sus raíces en las antiguas civilizaciones mesoamericanas, como los mexicas, mayas, purépechas y totonacas, quienes creían que la muerte no representaba el final, sino una transformación y un retorno al ciclo de la vida. Con la llegada de los españoles en el siglo XVI, estas ceremonias se fusionaron con las festividades católicas del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, dando origen a una tradición única en el mundo: una mezcla de fe, memoria y arte popular.

Cada altar, flor, vela y ofrenda es un diálogo entre el pasado y el presente, entre los mundos de los vivos y los muertos, que reafirma los lazos familiares y la identidad cultural. Hoy, esta celebración —reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad— se extiende más allá de México y se recrea en comunidades de todo el mundo, como Lynnwood, donde la memoria, la gratitud y el amor siguen siendo el centro de una costumbre que nos recuerda que la muerte no rompe vínculos, solo los transforma.
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