Un nuevo estudio presentado en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer en Toronto sugiere que el acceso al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) podría contribuir a frenar el deterioro cognitivo en adultos mayores. Esta investigación ofrece una nueva perspectiva sobre los beneficios de la seguridad alimentaria más allá de la nutrición básica.
Los hallazgos del estudio revelaron que las personas mayores de 50 años que recibieron beneficios de SNAP mostraron un declive más lento en memoria y capacidades de pensamiento, en comparación con quienes eran elegibles pero no participaron en el programa. El deterioro cognitivo en quienes recibieron asistencia alimentaria progresó alrededor de un 10% más lentamente que en sus pares, lo que representa un promedio de dos a tres años adicionales de salud cognitiva, según un análisis de un estudio nacional de 10 años. Esta diferencia podría representar entre dos y tres años adicionales de salud cerebral en el transcurso de una década, explicó la investigadora principal Linlin Da, quien lideró el análisis durante su doctorado en la Universidad de Georgia.
Seguridad alimentaria y salud cerebral
Para Linlin Da, estos datos refuerzan la idea de que la seguridad alimentaria no solo previene la desnutrición, sino que también puede tener beneficios indirectos para la salud cerebral. “Proporcionar una fuente estable de alimentos podría reducir el estrés y mejorar la nutrición, factores directamente vinculados con la salud mental”, señaló. Este vínculo entre la alimentación y el cerebro es crucial.

El estudio —financiado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH)— aún no ha sido publicado en una revista científica revisada por especialistas en el mismo campo. Además, los investigadores no analizaron los tipos de alimentos consumidos por los participantes, por lo que no se puede concluir con certeza que los beneficiarios del SNAP llevaban dietas más saludables.
Perspectivas de expertos y el futuro de SNAP
A pesar de las limitaciones, expertos como el Dr. Mitchell Elkind, de la Asociación Americana del Corazón, destacan la importancia del estudio. “La seguridad alimentaria podría influir en la función cerebral no solo por los nutrientes ingeridos, sino también por el alivio que supone reducir la incertidumbre sobre la próxima comida”, comentó el especialista, poniendo de relieve el impacto psicosocial de la asistencia alimentaria.
La Dra. María C. Carrillo, directora científica y responsable de asuntos médicos de la Asociación del Alzheimer, agregó que «Acciones sencillas y cotidianas pueden marcar la diferencia en la salud cerebral e incluso reducir el riesgo de padecer Alzheimer y demencia».
El programa SNAP ha estado en el centro del debate político. La administración Trump aprobó una ley que recortará su financiación en 186.000 millones de dólares hasta 2034. Organizaciones contra el hambre advierten que estas reducciones podrían dejar sin asistencia a millones de personas y agravar la inseguridad alimentaria en el país. Crystal FitzSimons, del Centro de Investigación y Acción Alimentaria, advirtió que “SNAP es una herramienta crucial para proteger la independencia de los adultos mayores y prevenir su ingreso prematuro a residencias de cuidado”. Según datos recientes, siete de cada diez beneficiarios del programa son adultos mayores, personas con discapacidad o familias con niños.
Impacto personal y evidencia del vínculo entre alimentación y salud mental
La historia de Karen Forbes, una mujer de 61 años residente en las afueras de Portland, Oregon, ilustra cómo SNAP puede marcar una diferencia significativa. Tras desarrollar síntomas prolongados de COVID-19 que afectaron su capacidad cognitiva y le impidieron trabajar, Forbes recurrió nuevamente al programa para garantizar su alimentación. “Poder consumir frutas y verduras frescas gracias a SNAP ha sido fundamental para mi salud”, relató.
Estudios anteriores ya habían vinculado la inseguridad alimentaria con un mayor riesgo de demencia. Un análisis publicado en el Journal of Nutrition en 2024 señaló que los adultos con dietas de baja calidad y acceso limitado a alimentos mostraron un deterioro cognitivo más pronunciado. Sin embargo, en ese mismo estudio, el acceso a SNAP por sí solo no fue suficiente para revertir esa tendencia, lo que sugiere que el beneficio debe combinarse con otros factores como la educación nutricional o el acceso a alimentos más saludables.
Expertos como Kriti Jain, del Instituto Nacional del Envejecimiento, afirman que la relación entre nutrición y salud cerebral sigue siendo un campo en evolución. “Sabemos que la inseguridad alimentaria precede al deterioro cognitivo en muchos casos. Por eso es urgente estudiar cómo mejorar las intervenciones alimentarias como parte de las estrategias de salud pública”, concluyó. Mientras el Congreso debate nuevas restricciones y recortes al programa. Los investigadores insisten en que SNAP no solo alimenta estómagos, sino que también puede ser una inversión en la salud cognitiva de millones de estadounidenses.
¿Qué es el programa SNAP?
SNAP, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, es un beneficio federal que ayuda a personas de bajos ingresos a obtener alimentos.
¿Cuál fue el hallazgo principal del estudio sobre SNAP y la cognición?
.El estudio encontró que las personas mayores de 50 años que recibieron beneficios de SNAP tuvieron un declive más lento en la memoria.
¿Qué limitaciones tuvo el estudio según los investigadores?
El estudio no ha sido revisado por pares académicos en una revista científica y no analizó los tipos de alimentos consumidos por los participantes.
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