Última actualización el 14 de noviembre de 2024
Filadelfia, PA – En el debate presidencial celebrado el martes, la candidata demócrata Kamala Harris puso a su rival republicano Donald Trump en una posición defensiva con una serie de ataques dirigidos a su idoneidad para el cargo, su postura sobre el aborto, y los problemas legales que enfrenta. Harris, una ex fiscal de 59 años, controló el debate desde el principio, provocando a un Trump visiblemente molesto, quien respondió con afirmaciones inexactas.
Uno de los momentos más notables ocurrió cuando Harris mencionó que la gente a menudo abandona los actos de campaña de Trump debido al cansancio y aburrimiento. Trump, claramente irritado, defendió el tamaño y entusiasmo de sus mítines, pero desvió la conversación hacia afirmaciones falsas sobre inmigrantes, lo que generó incredulidad por parte de Harris.
A lo largo del debate, Harris se centró en cuestiones como las restricciones al aborto, acusando a Trump de apoyar medidas extremas y destacando el impacto negativo de sus políticas en mujeres y niñas. Trump, por su parte, rechazó estas acusaciones pero evitó comprometerse a vetar una posible prohibición nacional del aborto, lo que dejó abierta la puerta a la incertidumbre sobre su posición.
El debate, que fue el único programado entre los dos candidatos antes de las elecciones, tuvo un enfoque en temas como la economía, la política exterior y la atención sanitaria, aunque fue escaso en detalles específicos sobre políticas. La performance de Harris, enérgica y enfocada, logró desviar la atención hacia los puntos débiles de Trump, lo que dejó a algunos republicanos preocupados por las repercusiones.
En un gesto de confianza tras el debate, la campaña de Harris retó a Trump a un segundo encuentro en octubre. Sin embargo, Trump, aunque afirmó haber ganado el debate, se mostró reticente a aceptar la propuesta, argumentando que “si ganaste el debate, tal vez no deberías hacer otro”.
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