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México intensifica controles migratorios mientras crece el sentimiento antiinmigrante en el país

Ciudad de México – En medio de un flujo migratorio sin precedentes, México enfrenta un cambio significativo en las percepciones de sus ciudadanos hacia los migrantes que transitan o buscan establecerse ahí. Según una encuesta de Oxfam México de 2023, el 70% de los mexicanos considera que la migración hacia su territorio es “excesiva” y más del 40% opina que debería limitarse o prohibirse. Este creciente sentimiento antiinmigrante ha generado tensiones en diversas comunidades y ha llevado a incidentes de protesta y enfrentamientos violentos.

Las tensiones se ven agravadas por la evolución del perfil migratorio en México. En contraste con las generaciones anteriores, que emigran mayoritariamente hacia Estados Unidos, los flujos actuales incluyen a personas de Venezuela, Haití y otros países, muchas de las cuales enfrentan resistencia por parte de los habitantes locales. En el centro histórico de la Ciudad de México, un campamento improvisado de migrantes ha provocado frustración entre los vecinos, reflejando un patrón de rechazo en otras ciudades como Tijuana y Palenque.

Bajo presión de Estados Unidos, México ha adoptado medidas de control migratorio más estrictas, como la detención y deportación de migrantes, así como la reducción de solicitudes de asilo. La Secretaría de Gobernación reportó más de 925,000 encuentros con migrantes en los primeros ocho meses de 2024, el doble de lo registrado en 2022. Estas políticas, aunque buscan gestionar el aumento de migrantes, han alimentado discursos xenófobos y clasistas, según un informe de Oxfam.

Organismos internacionales, como la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR), advierten que muchos migrantes en México son víctimas de violencia o corrupción. A pesar de que las leyes mexicanas ofrecen amplias protecciones, la percepción pública los asocia con problemas económicos y sociales. Un estudio de ACNUR encontró que sólo un tercio de los encuestados considera que los migrantes deben recibir asilo, mientras que una minoría significativa aboga por cerrar las fronteras.

Este panorama refleja un cambio cultural profundo en un país históricamente vinculado a la migración. Aunque persisten voces que apelan a la solidaridad, como la de ciudadanos que recuerdan la tradición migratoria mexicana hacia Estados Unidos, la percepción pública parece endurecerse, especialmente frente a los retos institucionales que plantea la migración contemporánea.

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