Mente sana, infancia fuerte
Latino Herald presenta una serie de artículos enfocados en los residente en el sur del Condado Snohomish, y son patrocinados por Verdant Health Commission.

Mayo es el mes de la concientización sobre la salud mental y durante los preparativos necesarios para escribir este artículo, en redes sociales surgió un video de la pediatra Denise Nuñez en el que establece que los problemas de salud mental de los menores son una realidad. ¿Y por qué habría que dudar que lo son? Porque algunos padres de familia piensan que los trastornos mentales (ansiedad, depresión, bipolaridad etc.) inician hasta la edad adulta, lo cual, por supuesto, es falso.
“Algunos padres piensan que los niños no pueden tener depresión…yo tengo niños de 7 años diciéndome que se quieren quitar la vida…7 años. No podemos seguir culpando al mundo, al exterior por lo que está pasando en nuestro hogar, los padres somos los responsables”.

En el video, la doctora Nuñez explica que “los niños son 100 % el reflejo de lo que está pasando en el hogar…y esto incluye por supuesto, parte de lo que ocurre fuera de casa”. También insiste en que los adolescentes que tienen problemas de salud mental es, en gran medida, responsabilidad de los padres.
Parte del problema es la desconfianza que existe en gran parte de nuestra comunidad a los trastornos mentales. Para conversar en detalle sobre el tema, buscamos la colaboración de la terapeuta Jessica González, proveedora de salud mental, con una maestría y capacitación especializada en intervenciones terapéuticas infantiles. Jessica ofrece sus servicios en la organización Center for Human Services, que cubre el sector norte de Seattle y el sur del condado Snohomish.
Jess (como prefiere que le llamen) nos dice que ella percibe un cambio positivo en la cultura Latina en cuanto a la salud mental, pero aclara que esa transición en la manera de pensar va a paso de tortuga.

“En mi experiencia como terapeuta, te puedo decir que la cultura latina está cambiando. Los latinos -y solo voy a hablar de los latinos- están como asustados y nerviosos por los cambios, pero ya empiezan a pedir ayuda cuando es necesario”.
Le preguntamos a Jess si la situación es diferente cuando se trata de adolescentes; si los jóvenes tienen una perspectiva distinta sobre el tema, o si están influenciados por la actitud de sus padres al abordar asuntos de salud mental.
“Es diferente, siento que los adolescentes tienen más voz y quizá más comunidad para pedir ayuda en cuestiones de salud mental, si es que lo necesitan. Ellos reciben confirmación a través de las computadoras, los celulares, la televisión de que sí lo pueden hacer, o lo pueden buscar, o lo pueden pedir. Otro factor importante es que ellos saben que hay una gran cantidad de jovencitos que piensan y sienten de manera similar y eso les brinda la confianza de decir ‘necesito esto, o quiero esto’ pues se sienten respaldados”.

Para explicar de qué manera se puede eliminar -o al menos mitigar- el estigma que rodea la salud mental, la terapeuta retomó lo despacio que la mentalidad de muchas personas en nuestra comunidad está evolucionando. Y a pesar de que esto es algo positivo, ella siente que no avanza con la rapidez necesaria.
Para explicar este fenómeno, Jess utiliza una curiosa analogía.
“Es como si se sintieran cómodos con un celular del 2008 y puede ser que sus hijos o un amigo les diga: ‘¿Qué haces con ese modelo tan viejo? ¡tienes que comprar el iPhone 16!’ y ellos responden que no, porque están muy cómodos con esa versión…esto puede ser su forma de decir que les asusta cambiar de dispositivo porque transformaría las cosas a las que ya se acostumbraron y con las que se sienten a gusto, y desde esa perspectiva es difícil aceptar que una nueva versión también puede ayudar, y mucho”.
En otras palabras, el pensamiento es: ‘me quedó como estoy, no pido ayuda ni digo nada’ para no alterar un sistema que ya está implantado, aunque no sea el mejor. Quizá no están listos para intentarlo, pero eso no quiere decir que no pueden”.

También sugiere que no se debe echar a todo mundo en el mismo saco pues hay muchas personas dentro de nuestra comunidad que no temen al cambio; de hecho, lo impulsan y lo motivan. Generalmente estos individuos no tienen prejuicios cuando se trata de solicitar ayuda si hay alguna necesidad de salud mental con ellos o en sus familias.
Junto con el análisis del tema, Jess nos comentó que la organización CHS trabaja en conjunto con los distritos escolares de la región para que terapeutas como ella visiten las escuelas y ofrezcan atención de salud mental a los alumnos.
Detalla que hay un proceso para esto y que uno de los objetivos es ofrecer un acercamiento para que los estudiantes tengan acceso a atención de salud mental.
“Una de las maneras más sencillas que los padres pueden utilizar para obtener ayuda de salud mental para sus hijos es a través de la escuela, pueden preguntar directamente si saben donde se puede encontrar terapia y como empezar el proceso; en las escuelas siempre va a haber una persona que te va a guiar y te va a decir lo que hay que hacer”.
Así mismo, señala que los padres también pueden encontrar la información necesaria en línea, o consultando con las personas en las que confían para tratar estos temas.

Y en este punto es donde Jess nos revela algo que, al parecer, muchos padres de familia no parecen saber:
“Hay algunas cuestiones legales que hay que considerar pues la situación cambia dependiendo de la edad del menor: a partir de los 13 años, en el estado de Washington, los niños pueden empezar terapia, pues ya son ‘teenagers’ y lo pueden hacer por voluntad propia, sin necesidad de la aprobación de los padres; ellos lo pueden solicitar por sí mismos. De 12 para abajo tienen que contar con el permiso de los padres, o de la persona que está a cargo legalmente. Así es la ley”.
Dependiendo de la situación financiera, incluso, se puede utilizar el seguro médico de los padres para proporcionar servicios de salud conductual o de salud mental para los menores.
Además de las escuelas, otra herramienta de la que se puede echar mano es el Centro de Servicios Humanos, que es donde Jess trabaja y donde se ofrecen varios recursos para los padres de familia, tales como referencias, opciones, o a donde se pueden dirigir para solicitar estos servicios.
“CHS puede ser el primer paso; opciones hay para quienes se preguntan ¿por dónde empiezo?” nos dice Jessica.
Para finalizar, la terapeuta quiso enviar un mensaje a los menores latinos que están sufriendo de ansiedad por la situación migratoria que se vive en todo el país, producto de las políticas de la administración Trump.

“Les diría que es bueno que estén conscientes de la situación y de todo lo que está pasando…eso les dice que están buscando estabilidad, que quieren respuestas y probablemente les dice también que necesitan conectar con alguien; y no tiene que ser salud mental, solo quiere decir que necesitan procesar algo que les preocupa. Somos seres humanos y estas situaciones surgen en nuestras vidas y nos hacen preguntarnos: “¿Qué significa esto?”. Con la cuestión migratoria, te diría que te conectes con alguien con quien te sientas cómodo y lo puedas procesar. Entonces, juntos, pueden determinar: “Quizás esto necesite terapia, vayamos un paso más allá”. Tal vez tu cuerpo solamente te está diciendo que necesitas conectar con alguien que te ayude a procesar esto y a aliviarlo”.
Regresando a lo que sugiere la pediatra Denise Nuñez, es evidente que no hay vuelta de hoja: la responsabilidad de la salud mental de los niños y adolescentes recae en los padres.
El énfasis puede empezar en mantener un balance con el tiempo que los menores pasan frente a una pantalla -y en redes sociales- para combatir lo que llaman “brain rot” pues el contenido basura y excesivo puede afectar el desarrollo cognitivo.
Ni los dispositivos ni las redes sociales van a criar al niño.
Al menos no de manera correcta.
Si ves algún error de cualquier tipo en esta información puedes escribirnos al email: info@latinoherald.com.

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