Seattle, WA – Los trabajadores con los sueldos más bajos de Seattle reciben el año con un aumento. El salario mínimo es de $20,76 por hora, efectivo desde el 1 de enero. Este cambio, en línea con la Ordenanza de Salario Mínimo de la ciudad, ajusta la remuneración al aumento de la inflación local.
El anuncio ha generado un inesperado debate en la comunidad sobre el hábito de dar propinas, ya que muchos residentes consideran innecesario este complemento ante el aumento salarial.
Plataformas como Reddit han sido testigo del creciente movimiento contra las propinas, donde los usuarios argumentan que un salario digno elimina la necesidad de estos aportes adicionales. Entre los comentarios, destacan declaraciones como: “Ya no daré más del 5-10 % de propina y sólo si el servicio es excepcional”. Otros señalan su negativa a dar propinas en establecimientos donde los clientes deben realizar tareas básicas como recoger cubiertos o limpiar su mesa.
Otros se quejan de la presión que ejercen algunos establecimientos que sutilmente “exigen” propina cuando los alimentos son para llevar, y al momento que el cliente paga, le ponen enfrente varias opciones para agregar una gratificación solamente por entregarle la comida.
Por su parte el alcalde de Seattle, Bruce Harrell, ha respaldado la medida del nuevo salario mínimo, destacando que “es algo bueno para los trabajadores, para nuestra economía en general y un motivo de orgullo”. Harrell subrayó su compromiso de mantener a Seattle como un referente en derechos laborales, aunque no se refirió directamente al creciente rechazo hacia las propinas.
El debate no es exclusivo de Seattle. Estudios recientes indican que los estadounidenses gastan un promedio de $453 adicionales al año en “propinas por culpa”, generadas por la presión social. Además, tres cuartas partes de los encuestados en una sondeo nacional consideran que la cultura de las propinas ha ido demasiado lejos, extendiéndose a servicios no tradicionales como cadenas de comida rápida y máquinas de autoservicio.
El impacto de esta dinámica en Seattle está por verse. Mientras tanto, el movimiento anti-propinas sigue ganando adeptos, avivando una discusión más amplia sobre las normas culturales y económicas en torno a este controvertido tema.
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