Última actualización el 3 de junio de 2024
San Salvador, EL SLV – Las autoridades de el Salvador informaron el viernes 31 de mayo, que desarticularon un complot para colocar bombas en distintos puntos del país, el sabado 1 de junio, día de la toma de posesión del presidente Nayib Bukele.
La policía nacional del país reveló que el complot involucraba a «veteranos» de la guerra civil salvadoreña de 1980 a 1992, haciendo referencia a ex guerrillas de izquierda.
En sus cuentas de redes sociales, la policía publicó fotografías de pequeños cilindros de explosivos con mechas y sacos de nitrato de amonio, confiscados durante las redadas. Según la policía, los explosivos iban a ser utilizados para atacar gasolineras, supermercados y edificios gubernamentales. Parte de los explosivos fueron encontrados en una redada en Guazapa, un antiguo bastión rebelde en las afueras de San Salvador.
La policía atribuyó el complot a una organización llamada “Brigada de Insurrección Salvadoreña” y señaló que el excongresista José Santos Melara, del partido izquierdista FMLN, formado por ex guerrilleros, fue detenido como el financiador de estos planes. Melara es líder de la asociación nacional de Veteranos de Guerra del FMLN, y junto a él fueron detenidos al menos otros siete sospechosos.
El bloque de resistencia y rebelión popular (BPR) emitió un comunicado calificando la detención de Melara como “arbitraria” y un acto de persecución política. El grupo exigió la liberación de Melara y declaró que “no reconocemos al presidente inconstitucional e ilegítimo que asumirá el cargo el 1 de junio”. Además, advirtieron que “iniciaría una nueva etapa de lucha ante la imposición de Bukele como presidente”.
Bukele, quien ganó un segundo mandato en las elecciones presidenciales de febrero, ha enfrentado críticas tanto por sus redadas antipandillas y arrestos masivos, como por medidas que, según sus detractores, ponen en peligro la frágil democracia de El Salvador. A pesar de las críticas, la represión de las pandillas ha hecho a Bukele muy popular, y su partido ha conseguido una supermayoría en el Congreso, lo que le permite gobernar con pocos controles a su poder.
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